Eduardo Sanz

(Santander, 1928 — Madrid, 2013)

Sol rojo

1974

esmalte sobre cristal, espejo y lente

70 x 70 cm

Nº inv. 794

Colección BBVA España


El apego por el mar de su tierra está muy presente en sus obras más actuales, de marcado carácter hiperrealista, sin dejar de ser ese artista versátil, inquieto y comprometido, que encuentra en la experimentación con la materia una forma de expresar sus sentimientos.
 
Se formó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Sus primeras obras de principios de los años sesenta reflejan su interés por el
, movimiento que en esos momentos se encontraba en pleno auge.
 
Sin embargo, su espíritu vanguardista y su deseo de conciliar el arte con la sociedad le conducen desde 1962-1963 hacia una experimentación matérica y formal que le acompañará durante una importante etapa de su trayectoria artística y que culmina en el año 1975, fecha en la que retoma los medios pictóricos tradicionales. A finales de la década de los sesenta, formó parte del movimiento
, impulsado por el crítico Aguilera Cerni. Este grupo reunió a otros artistas como Eusebio Sempere (1923-1985) o José María Yturralde (1942), desarrollando un lenguaje artístico basado en la cinética y la ilusión óptica, y destinado a fusionar ciencia y arte.
 
Durante esta etapa el pintor incorpora como soporte el cristal y el espejo, con la intención de que su creación interactúe con el espectador y le haga partícipe de la misma. Sus primeros espejos o “paisajes geométricos”, como el propio artista denomina a estas obras,  datan de 1963 y los últimos de 1974, fecha de realización de esta pieza. En ellos busca un orden geométrico en el que combina el color con las superficies reflectantes sobre las que lo aplica.
 
Sol rojo se estructura en base a un espejo circular central del que emergen una sucesión de líneas rojas sinuosas en forma radial que simulan los rayos del sol. El reflejo del soporte, así como el espejo permiten la participación activa del espectador que, si se desplaza de un lado a otro, experimenta la ilusión óptica del efecto
. La obra queda sujeta a multitud de interpretaciones; parece estar “viva” y en constante transformación, debido a la incidencia de la luz, al entorno donde se circunscribe, al espectador que la contempla y a su estado de ánimo.