Este lienzo de 1981 es uno de los más importantes de la producción del artista, en los que la utilización del color y del motivo alude a su expresividad fauve y a su deuda con Henri Matisse (1869-1954).

Arquitecto, escultor y pintor, tras una breve etapa informalista en los años setenta, se abre una más prolongada en la que experimenta con otros lenguajes artísticos entonces vigentes: el , el pop y el , para crear una pintura en la que el color es el protagonista y en la que se advierte una clara influencia de Matisse.

Ave tan habitual en la Península, el vencejo ha sido utilizado tradicionalmente como protagonista de poemas —Unamuno (1864-1936) — y como recurso literario; una de las figuras presentes en la literatura cuando se alude a Castilla, a sus paisajes y a sus gentes. El vencejo pasa la mayor parte de su vida en vuelo. Su constancia y perseverancia están presentes implícitamente en esta composición, cuyo espacio el artista ha dividido en tres bandas. El color del fondo de cada una de ellas nos habla del alba, del sol cegador y de la noche más cerrada. En un diálogo entre lo abstracto y lo figurativo, la apariencia frágil y esquemática del pájaro convierte su vuelo en un esquema rítmico propio, que se pierde en un entorno abstracto.