Este magnífico lienzo es una buena muestra de la pintura que realiza Joaquim Mir tras instalarse en Vilanova i la Geltrú. Desde su enlace en 1921 con Maria Estalella, el artista nómada encuentra en las tierras de Vilanova el lugar donde establecerse, lo que no le impedirá a su vez viajar periódicamente a diferentes lugares para encontrar nuevos paisajes con los que desarrollar su pintura. Su primera “campaña pictórica” la realiza, precisamente, en el municipio tarraconense de Alforja, en 1924, lugar en el que también está documentada su estancia en el año 1927.

En la década de los treinta el nombre de Joaquim Mir ha alcanzado presencia nacional e internacional. En 1929 recibe la Primera Medalla en la Exposición Internacional de Barcelona y en 1932 y 1934 participa en la Bienal de Venecia. Su fortuna crítica le llevará a afirmar, agradecido, que había “nacido con estrella”.

En estos años, pasada ya su fecunda y colorista etapa en Mallorca, la realidad retoma el protagonismo de sus lienzos. Es una pintura llena de frescura y espontaneidad, en la que sigue siendo vital el empleo del color. La pincelada es jugosa y variada, dibujando en ocasiones, manchando en otras.

En el presente lienzo refleja de manera bellísima un entorno rural que transmite la paz que el propio pintor parece sentir al ejecutarlo. En definitiva, un Mir donde sobran las palabras y sólo queda el placer de disfrutar de la pintura.