Creador principalmente de paisajes y marinas, la pintura de este artista catalán se vincula a la corriente naturalista, en la que prevalece la representación fidedigna de la realidad.

Baixeras emplea un lenguaje delicado y minucioso, valiéndose de la luz y el color para captar magistralmente la esencia de la naturaleza; una naturaleza veraz y al mismo tiempo impregnada de cierta melancolía.

Aunque se le ha considerado pintor de paisajes, también recurre a composiciones figurativas. En los retratos trata de captar la esencia del individuo. En este óleo el artista representa a su mujer, de pie, como una gran dama, en el marco de un paisaje matizado por una luz vespertina. La naturaleza sirve únicamente de fondo, en una composición en la que la figura humana es el motivo preponderante. La mujer va ataviada con sobriedad, según los dictámenes de la moda de fines del siglo XIX, con chaqueta y falda con , animada tan solo por los colores cálidos de su sombrero. Muestra una actitud sosegada, en posición ligeramente girada en tres cuartos, con la pierna izquierda adelantada. Los brazos caen sobre la falda y en sus manos sostiene una sombrilla cerrada, complemento indispensable para protegerse del sol. Su porte y su mirada, fija en el espectador, denotan la complicidad que existe entre la modelo y el pintor, que con gran lirismo ha sabido captar su misteriosa personalidad.