Santiago Rusiñol

(Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931)

Roures

1929

óleo sobre lienzo

100 x 113 cm

Nº inv. CX00726

Colección BBVA España


La pintura de jardines protagonizará los lienzos del catalán a partir del año 1895, tras quedar subyugado por el otoño granadino y el eco de los jardines de la Alhambra. Su afán le llevará a viajar por España y plasmar así paisajes valencianos, mallorquines, castellanos y gerundenses.

Rusiñol se trasladará a Arbúcies (Gerona) con su mujer, Lluïsa Denis, durante los últimos veranos de su vida. Allí pinta, entre otras, esta vista del Parc Badés, tal y como atestigua la etiqueta adherida al reverso del lienzo. 

Esta obra muestra un encuadre de un jardín salvaje, abandonado, uno de aquellos jardines en los que, a tono con el espíritu decadentista que caracterizó el fin de siglo, el artista encontraba “la esencia de una obra de arte”.

Este lienzo abre una ventana hacia un parque en penumbra; en algunos puntos, una luz clara se filtra entre los robles (roures, en catalán). La pincelada suelta, que denota la seguridad de un artista de dilatada trayectoria, resalta el verdor del follaje; un camino avanza para perderse entre los árboles. La composición se dinamiza con la natural inclinación de las ramas hacia el lado izquierdo, guiando la mirada del observador hacia la zona donde la luz se filtra entre las hojas. Serían aplicables a esta obra las palabras que sobre las pinturas del artista escribió el poeta Rubén Darío en 1915: “árboles como ramilletes, como pinceles, como obeliscos”.

El lienzo fue expuesto en la Sala Parés en 1931, año en el que Sitges rinde su último homenaje al pintor encargando su escultura al escultor Joan Borrell i Nicolau (1888-1951).