Joaquim Sunyer

(Sitges, Barcelona, 1874 − 1956)

Figura i vaques

1945-1950

óleo sobre lienzo

80,2 x 98,5 cm

Nº inv. CX00786

Colección BBVA España


Esta es una de las obras del artista que manifiesta mejor el lenguaje de su obra tardía, una pintura más simplificada y mágica, en la que el color y su paleta tan inconfundible de verdes son especialmente predominantes.

Los estudiosos consideran que la obra de Sunyer podría clasificarse en dos etapas notablemente diferenciadas. La primera corresponde a su estancia parisina; en ella logra, por méritos propios, consolidarse como un artista moderno en la Europa del momento, junto a grandes figuras como André Derain (1880-1954), Pierre Bonnard (1867-1947), James Ensor (1860-1949), Henri Matisse (1869-1954), Paul Signac (1863-1935) o Pablo Picasso (1881-1973). En la segunda etapa, coincidente con el regreso a su ciudad natal, culmina la trayectoria iniciada en París y alcanza su madurez artística, que se traduce en sensibilidad cromática y lumínica, con un preponderante mediterraneísmo y con presencia de ideales del
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Este óleo surge a su regreso a España tras su exilio en Francia durante la Guerra Civil Española; una época no exenta de problemas, ya que el artista tuvo que enfrentarse a los tribunales franquistas. Se trata de una escena bucólica y costumbrista, donde las figuras se integran perfectamente en la naturaleza. Los bueyes abren la composición, caminando hacia la mujer sentada a la derecha, que cierra la escena con la mirada fija en la lejanía. La postura plácida y sosegada de esa joven enérgica que viste blusa, falda y delantal parece sugerir que está descansando después de un día de trabajo en el campo; se configura como el prototipo de mujer de la clase popular. En primer plano, a sus pies, sus enseres, transformados en un pintoresco bodegón formado por un pañuelo floreado, un botijo y un zurrón. Al fondo, en estratos resueltos con diferente cromatismo, se van superponiendo el prado, un trigal, y, en último término, ocultando el horizonte, un bosque de árboles que se yerguen señoriales y cuya simplicidad de trazo evoca un dibujo infantil.

Como es habitual en la obra de este artista, el dibujo vuelve a ser el protagonista. Figuras y árboles están muy perfilados, mientras que el resto de la naturaleza, en una gama cálida, parece fundirse en trazos rápidos y sueltos.