Pintoresco lienzo de Miquel Villà, cuyo estilo artístico sintetiza el arte del pasado con la búsqueda de nuevas actitudes vanguardistas, dando como resultado una obra técnica y formalmente muy particular.

La temática propia de la pintura tradicional fue tratada por Villà con un vigor, una vitalidad y una convicción poco corrientes en la pintura catalana del momento. Su manera de concebir la naturaleza, realista y apasionada, dota a su creación de una nueva poética.

La escena representada en este óleo resulta muy llamativa; en primer lugar, presenta simplemente a un grupo de vacas pastando plácidamente; además, se da la peculiaridad de que se encuentran de espaldas al espectador; todo ello en un espacio cerrado, resuelto con una estructura abovedada que parece conferir a la escena una atmósfera casi religiosa. La paleta es de una marcada sobriedad, predominando los colores ocres, blancos y verdosos. El ritmo se rompe únicamente con la figura del pastor, agachado en medio del grupo de reses ordeñando a una de ellas. 

Por medio del dibujo, el pintor perfila unas figuras volumétricas, que revisten cierto carácter escultórico. Los animales se convierten en indiscutibles protagonistas de la composición, captando la atención del espectador.