Este lienzo muestra cómo Mercadé se acerca a la madurez pictórica, encontrándose en este período en un proceso de esquematización y abstracción de la realidad. La evolución de su pintura se manifiesta de manera patente en la comparación de este lienzo con otro, también en la Colección BBVA, titulado Paisatge de Picamoixons, exento del atrevimiento formal de la pieza que nos ocupa.

En los años cuarenta la obra de Mercadé se ve protagonizada por el color. Es un color fauvista, la realidad es traducida por el pintor en los tonos más vivos de su paleta. Esto se aprecia especialmente en la zona de pitas (ágaves), que surgen con un fuerte color verde sobre la tierra rojiza, su color complementario. Cambian también formas y texturas, abstrayendo la textura del tronco que se encuentra a la derecha e interpretando con formas rotundas la verde vegetación que lo rodea.

Un pequeño retazo de realidad interpretado bajo la personal visión del artista catalán.