Ignacio Zuloaga y Zabaleta

(Eibar, Guipúzcoa, 1870 – Madrid, 1945)

Retrato de Mr. Halley-Schmidt

1923

óleo sobre lienzo

206 x 152 cm

Nº inv. P00180

Colección BBVA España



Dentro de la generación de artistas que definieron la modernización del arte español durante el cambio del siglo XIX al XX, Zuloaga jugó un papel decisivo gracias a su contacto con el panorama internacional. Más allá de ser reconocido por la creación de una iconografía nacional en el marco de la crisis del 98, y la exportación de un imaginario visual ligado a la España negra, el pintor participó activamente en la renovación plástica europea.

A lo largo de su carrera adquirió gran popularidad como retratista, hasta el punto de tener que rechazar encargos en alguna ocasión. De este modo, pudo seleccionar aquellos que realmente le interesaban y le permitían dejar de lado lo superfluo para indagar en lo psicológico del personaje, sintiendo predilección por los protagonistas de la vida moderna.

Tal es el caso de este lienzo, realizado en París, que representa al odontólogo norteamericano Mr. Halley-Schmidt en un campo de golf, deporte que había empezado a extenderse entre la burguesía adinerada, a la que Zuloaga estuvo vinculado prácticamente durante toda su trayectoria. En ese momento el artista gozaba de gran éxito entre la clientela estadounidense, factor decisivo para su exposición y viaje a Estados Unidos en 1925.

En esta obra se aprecia el esquema característico de Zuloaga a la hora de realizar retratos: divide la composición en planos, creando un escenario sobre el que ubica al protagonista, de pie, a un lado del cuadro, reforzando su carácter escenográfico, en una postura lateral muy típica del pintor; la elegancia del atuendo y la actitud de afectada naturalidad convierten al personaje en paradigma del sports­man, una tipología muy extendida en Europa a finales del siglo XIX pero que cuenta con pocos ejem­plos en el retrato español de la época. A su vez, en la ejecución y el planteamiento cromático del paisaje del fondo se advierte la influencia de los movimientos de vanguardia, principalmente de su amigo Émile Bernard (1868-1941).

Un cierto parecido del americano con don Juan de Borbón provocó una errónea identificación en algunas publicaciones, pero la identidad del retratado fue finalmente confirmada gracias al archivo familiar de Zumaya. El odontólogo debió de quedar muy satisfecho con la obra, pues años después, en 1932 en París, el artista retrataría también a Miss Halley-Schmidt.