Francisco Farreras Ricart

(Barcelona, 1927 - Madrid, 2021)

Pozuelo

1974

collage sobre madera contrachapada

100 x 120 cm

Nº inv. P00207

Colección BBVA España


Para el artista, la creación no supone imitar la realidad exterior, sino revelar la imagen del mundo que duerme en su subconsciente. Las nuevas formas que aparecen necesitan por ello para su representación la presencia de nuevos materiales, aunque en definitiva lo importante no sea el material utilizado sino el resultado obtenido y su calidad formal.
 
Farreras utiliza en su creación un material no tradicional –el papel- que enmascara de tal manera que el espectador lo confunde con los materiales tradicionales. La novedad no es el material en sí mismo, sino su forma de utilizarlo, pues su apariencia escapa al reconocimiento.
 
La trayectoria artística de Farreras está en constante evolución: tras las geometrías de los cincuenta, sometidas a los ritmos y proporciones del orden y a la superposición de planos con el uso de arenas que dispone sobre el lienzo, aparecen sus obras espectrales (1958-1965), en las que sobre un fondo terroso el papel de seda se ordena de manera equilibrada, más o menos nítida, sumergido en un halo misterioso; la desaparición posterior de ese efecto vaporoso, muestra de manera más evidente el orden que subyace en unas extrañas naturalezas muertas y en paisajes imposibles. Aquí el papel crea ritmos diagonales de los que cuelga una sombra o sobre los que se eleva una forma oblonga.
 
De este modo desembocamos en la etapa a la que pertenece esta obra. Aquí ya no reina la calma ni el sosiego que se desprendían de sus anteriores obras, sino la inquietud. Se enriquecen los sistemas compositivos. Las formas se hacen más potentes, más poderosas. Aparecen elementos ovoides. El papel que utiliza es más grueso y lo somete a un teñido previo, dotando de estructura sólida a cada elemento que modela. Surge una tira que va y viene, como si se tratase de la venda que rodea el cuerpo de una momia, creando pliegues y volúmenes que nos hacen pensar en muñones humanos. La luz que utiliza es más dramática, más contrastada, y la gama de colores se va haciendo poco a poco más sombría, para acabar predominando los grises plomizos.