Carmelo Ortiz de Elgea

(Vitoria, 1944)

Sin título

1973

óleo sobre lienzo

199 x 199 cm

Nº inv. P00239

Colección BBVA España



Ortiz de Elgea es un artista de relevancia en el panorama vasco. Su trayectoria ha tenido siempre como punto de referencia el paisaje, y desde sus inicios ha estado caracterizada por una evolución constante entre la abstracción y la figuración.

Esta obra pone de manifiesto el giro que experimenta su creación a comienzos de los años setenta. La figura, eje de la etapa inmediatamente anterior, va desapareciendo y cede el protagonismo al propio lenguaje pictórico: la interacción de los colores, la ordenación de las formas y sus relaciones compositivas. Este cambio en su trayectoria recibirá una buena acogida cuando presente su segunda exposición en Madrid, en la Galería Kreisler Dos, en 1975.

En este óleo podemos observar cómo los colores brillantes, que aparecen en su obra en los años sesenta por la influencia del
y que caracterizan las etapas anteriores de su producción, van haciéndose menos presentes; ahora son sustituidos por los tonos tierra y los negros, que remiten al paisaje: “siempre con la naturaleza enseñándome a pintar”, afirma el artista.

La superficie del lienzo se organiza en torno a masas que subdividen la representación, apareciendo en ciertas zonas intrincados laberintos; sin embargo, no llega a caer en el horror vacui gracias a la mayor serenidad de otras partes de la composición. Ortiz de Elgea crea así su propia geografía pictórica, haciendo del color, la forma y la composición los protagonistas de este lienzo.