Fernando Zóbel

(Manila, 1924 – Roma, 1984)

Horizonte

1970

óleo sobre lienzo

80 x 80 cm

Nº inv. P00877

Colección BBVA España


La pintura abstracta española encuentra uno de sus mejores representantes en Fernando Zóbel, que, aunque filipino de nacimiento, siempre fue un apasionado de España, en concreto de Cuenca, donde crea, junto con Gustavo Torner y Gerardo Rueda, el Museo de Arte Abstracto Español, inaugurado oficialmente en 1966.

Para entender su arte hay que saber que fue un estudioso de la caligrafía oriental y de su valor artístico. Quizás por ello en su obra domina la paleta monocroma, que en algunos casos se amplía ligeramente con colores tenues y suaves. Esta influencia le proporciona también la sensación de misteriosa escritura en sus manchas lineales negras.

De Mark Rothko (1903-1970) tomará la teoría del color y el uso del mismo. También es importante para su obra el apoyo fotográfico, no como modelo pero sí como herramienta para captar una imagen. Realiza fotografías solo para estimular su memoria, pues el color de la fotografía le resulta demasiado material y falso.

Horizonte, de 1970, puede ser un preludio de lo que será su serie sobre el río Júcar, que inicia en Oxford a principios de los setenta —cuando en un típico día inglés lluvioso y húmedo realiza varios apuntes de un lago—. Esto que solo pretendía ser un recuerdo se convirtió en una pequeña obsesión, tomando como escenario el río Júcar a su paso por Cuenca, motivo que repetirá hasta prácticamente su muerte en 1984.

La manera de trabajar de Zóbel no es para nada improvisada ni espontánea. El artista estudiaba detenidamente cada movimiento del paisaje, el color y las luces, su estructura, volúmenes, formas y ritmos. Lo observa de lejos, de cerca, en diferentes épocas del año, con gente y sin ella, para poder captar la esencia del lugar y prescindir de todo aquello que sea superfluo.

Sus obras no muestran el paisaje como tal, sino que son la organización y la conclusión de una serie de emociones, sentimientos y expresiones que el artista siente al contemplarlo. Por ello, si se miran de cerca sus obras, se insinúa una cuadrícula que Zóbel usaba para organizar las manchas de color, que son producto de la razón.