Obra realizada tras varias estancias en el centro y norte de Europa, en las que influyeron en su pintura artistas como Heinrich von Zügel (1850-1941) —especialista en composiciones que incluyen animales en paisajes—, que pone de manifiesto el dominio de Martínez-Cubells en este tipo de motivos, en los que en ocasiones incluía caballos de tiro.

El lienzo, fechado en 1909, pertenece al mejor periodo de la producción del artista, el primer decenio del siglo, en el cual puede también inscribirse Molino holandés, también en la Colección BBVA, ambientada, en este caso, en los Países Bajos.

La rica paleta de ocres, rosados, dorados y verdes, junto el blanco coloreado del deteriorado enlucido del muro, contrasta con los marrones, pardos y verdosos del primer término. Los dos caballos de tiro, todavía con los atalajes, aparecen junto a un campesino, como indica la inscripción al dorso, al término de la jornada de trabajo. El cromatismo muy bello y el uso de una pincelada larga, fluida, que define con suavidad las superficies, son propios de sus obras de la primera década del siglo XX.