Salvador Victoria

(Rubielos de Mora, Teruel, 1928 – Alcalá de Henares, Madrid, 1994)

Sin título

1979

óleo y collage sobre tabla

65 x 54 cm

Nº inv. P00983

Colección BBVA España



Artista riguroso y concienzudo, Victoria estudia detenidamente las cualidades plásticas de sus creaciones. La distribución de los cuerpos en el espacio, la armonía de los colores o la evocación de texturas son aspectos fundamentales en su actividad creativa.

Su obra mantiene un carácter personal e independiente y su trayectoria no experimenta cambios bruscos: su producción refleja de modo coherente la evolución de sus indagaciones artísticas. Al mismo tiempo es un artista activo, comprometido y muy vinculado a los círculos artísticos y, desde 1979 −fecha de creación de esta obra−, ejerce una tarea docente en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.

Tras un breve paso por el
, su obra se vuelve hacia el
.  El carácter geometrizante será, en mayor o menor medida, una constante a lo largo de toda su trayectoria. Pero, lejos de una abstracción fría y racional, su obra está impregnada de espiritualidad. La geometría le sirve como vehículo para dotar de orden a su discurso lírico. En este sentido, resuena la influencia en el tratamiento de forma y color de Vasily Kandinsky (1866-1944), Paul Klee (1879-1940) o Ben Nicholson (1894-1982).

A partir de los años sesenta se sirve de la técnica del
para proporcionar relieve a sus obras. En esta pieza pega recortes de lienzo con formas geométricas, que posteriormente camufla aplicando una
a todo el soporte e integrándolas cromáticamente, de modo que aporten movimiento y textura a la superficie sin resultar discordantes.

A finales de los setenta, las obras simétricas, de colores tenues y luminosos, dominadas por formas geométricas rotundas, irán dando paso a una mayor flexibilidad. En esta pieza se libera de la rígida simetría y experimenta con colores más intensos y oscuros, dando lugar a volúmenes de mayor peso y densidad, que −como es habitual en su producción− parecen estar en suspensión; aquí se diría que gravitan sobre un fluido. Las formas van simplificándose −en la década siguiente empleará casi exclusivamente formas circulares− y perdiendo los contornos. A través de las transparencias que origina la aplicación del óleo por veladuras se superponen figuras de límites difusos y extraordinaria riqueza de matices, siempre con resultados que transmiten gran equilibrio y serenidad.