Mari Puri Herrero

(Bilbao, 1942)

Caput mortuum. La ría en el Abra

1987-1988

óleo sobre lienzo

130 x 162 cm

Nº inv. P01825

Colección BBVA España



Activa desde hace más de cuatro décadas, Mari Puri Herrero es una de las artistas más destacadas del panorama vasco contemporáneo. A lo largo de toda su trayectoria siente especial atracción por el componente dinámico de una naturaleza en continuo cambio y movimiento, que se convierte en la base de su producción paisajística. Este concepto, muy relacionado con las nociones impresionistas, adquiere en su caso un carácter más expresivo, un rasgo que puede atribuirse a su trabajo como grabadora, actividad que siempre ejerció una profunda huella en su creación pictórica.

Caput mortuum. La ría en el Abra es un claro ejemplo de la condición efímera de los elementos del paisaje, representados mediante una pincelada imprecisa, una idea que conecta con la pintura au plein air, cuyo objetivo es plasmar en el lienzo el instante lumínico y la fugacidad de los eventos atmosféricos. Interpretado en clave abstracta, su gran maestría técnica se aprecia bien en el dominio del dibujo, de trazo firme y fuerte, y en las armoniosas combinaciones cromáticas, ejecutadas con soltura y gestualidad. En su producción lo gráfico y lo pictórico van de la mano, una constante que puede responder a su interés por el arte oriental, en el que ambas disciplinas están estrechamente vinculadas.

Valiéndose de estos recursos logra crear un entramado de tonalidades que plasma la agitación de la naturaleza con un aire un tanto onírico, ligado a un personal proceso creativo en el que la introspección juega un papel fundamental. Más que la temática en sí, a Herrero le preocupa mostrar un ambiente y su trasfondo lírico. Al configurar paisajes como este aspira a manifestar un universo interior cargado de expresividad a la vez que de fantasía y poesía, para proyectar su particular visión del arte: “una manera de ver, de hacer, de estar en el mundo, de vivir”.

El título del lienzo desvela una de las claves de su creación en la década de los ochenta: la referencia al pigmento caput mortuum. Este color, utilizado ya en la Antigüedad como
, es una variedad dentro de la gama de ocres rojizos, obtenido a base de óxido de hierro, que con el calor adquiere un matiz violeta. Interesada siempre por la historia de los colores y su capacidad para transmitir una idea o un significado, Herrero encontró en él la tonalidad perfecta para inmortalizar el carácter industrial de la ría de Bilbao y la atmósfera propia de los Altos Hornos. Un enclave que en ese momento está en vías de desaparecer, y lo representa desde la añoranza, rindiendo homenaje a un lugar simbólico y mostrando un sentimiento común entre los artistas de su generación: la preocupación por la pérdida de las señas de identidad de su ciudad natal.