Este bodegón de intensísimo naturalismo —bien conservado y completamente inédito hasta 2001, fecha en que lo identificó Alfonso E. Pérez Sánchez—, es obra muy característica de la producción del bodegonista valenciano, también conocido como Tomás Hiepes, que junto a cuidadosos estudios de cocina o de aparador ha dejado excelentes composiciones de frutas y flores al aire libre. De iluminación tenebrista, destacan en él los toques de colores cálidos, rojos y pardos, de las granadas maduras. Tanto el paisaje del fondo como la calidad de las uvas y granadas lo sitúan estilísticamente en su producción de los años 1660.

Si buscamos una segunda lectura simbólica en la composición, esta nos remite al sacrificio de Cristo con su Pasión (corona de espinas reflejada en la zarzamora) y su muerte en la Cruz (los racimos de uvas y la vid, acentuada por la herida de la lanza en su costado que sugiere el tipo de corte del melón y las granadas), que consolida la fundación de la nueva Iglesia que acoge a los pueblos bajo una misma fe (granada) para así alcanzar la salvación eterna al final de los tiempos (la Jerusalén Celestial, la “tierra en el cielo” representada en la fortaleza en la lejanía).

Tanto este lienzo como su pareja, Bodegón en un paisaje (sandía), fueron realizados como si de un díptico se tratara, y denotan interpretaciones similares de carácter religioso muy propias del momento en el que fueron pintados. Ambos reproducen frutas de otoño.